El 6 de diciembre y el 16 de julio de cada año es celebrado el día de Santa Carmen. La Virgen del Carmen fue una dama ejemplar y pura que se interesó por ayudar a la mujer en una época donde la misma era muy poco valorada. Esto la llevó a buscar la forma de poder instruir a las niñas y jóvenes, de manera que pudieran tener un lugar diferente en la sociedad.
Por supuesto, tomando en cuenta que se trataba de una época netamente machista, era de pensarse que los problemas no iban a faltar. No obstante, los mismos no opacaron el inmenso fervor con el que se disponía al cumplimiento de esta misión. Si deseas saber cómo comienza, se desarrolla y termina la historia de Santa Carmen, ve a los próximos apartados.
Santa Carmen nació el 9 de abril del año 1848. Su nacimiento tuvo lugar en en Vic. Sus padres, Francisca Barangueras y José Sallés, la instruyeron fielmente en el cristianismo desde que era una niña. Estos creyentes tenían una marcada devoción por la virgen María, y encaminaron a Carmen también hacia esta fe.
En las dos ramas de la familia de Carmen había características distintivas; unos eran más religiosos que otros. Sin embargo, la unión de estas dos le proveyó responsabilidad y honradez en el trabajo, una ternura especial y una enorme religiosidad que la hacía tomar a Dios como un ser superior en su vida y en la de sus semejantes.
Carmen aprendió de su madre a seguir la voluntad de Dios por encima de todo, y a promover siempre la paz y la reconciliación entre las personas que la rodeaban. Su familia era bastante numerosa, de hecho, tenía 9 hermanos y era la segunda de ellos.
Los primeros años en la vida de nuestra venerada fueron muy duros. Se trataba de un tiempo donde las revueltas abundaban y el hambre llegaba aunada a estas. No obstante, contaba con padres bondadosos que aunque no podían darle mucho, se sacrificaban para proveer a ella y a sus hermanos, una educación de calidad.
Durante el suceso de la revolución industrial, su padre los dirigió a todos hacia Manresa buscando una mejoría económica. Pasado el tiempo, los padres de Santa Carmen la llevaron hasta el colegio de la compañía de María. En este sitio aprendió variadas oraciones y tradiciones que se plasmaron en su mente y le ayudaron en sus años posteriores.
Cuando la niña Carmen tenía 6 años de edad, fue promulgado el Dogma de la Inmaculada Concepción. Esto sucedió exactamente el 8 de diciembre del año 1854. La pequeña vivió este momento de una manera intensa.
En el mismo año de la promulgación del dogma, se celebró la primera sagrada comunión de Santa Carmen. En ese instante emitió a Dios su promesa de permanecer pura y casta para entregarse a él completamente y sin reservas. Desde el preciso instante en el que hizo esto, su vida quedó consagrada a Dios a través de la virgen María.
Se encontraba atrapada en una época donde las mujeres eran dominadas por los hombres y pasaban de la tutela paterna al cuidado de un esposo. Por este motivo fue comprometida para matrimonio con un joven manresano. Esto no le agradó en lo absoluto, ya que deseaba con gran anhelo seguir el camino de Dios. De hecho, se dispuso a luchar por sus ideales y logró romper este compromiso.
Luego de haber quedado de nuevo soltera, entró al noviciado que llevaba por nombre “Las Adoratrices”. Las monjas que se encontraban allí, se dedicaban a recuperar a las mujeres que habían estado en la prostitución o en la delincuencia.
Santa Carmen se preguntaba de manera muy constante cómo hubiese sido la vida de algunas mujeres si la sociedad las hubiera tratado de una manera distinta. Motivada por estos pensamientos, se dedicó a instruir a la mujer para que pudiera ocupar en la sociedad el lugar que merecía.
Para concretar esta labor se internó en “Las Dominicas de la Anunciata”, la cual era una institución dedicada especialmente a la educación de la mujer. No obstante, este no fue su único punto de enseñanza, cumplió su labor en muchos otros lugares.
También dirigió una pequeña escuela donde cuidaba de los niños de madres trabajadoras, para que los mismos no estuviesen solos en la calle. Por otro lado, fue directora de un colegio donde se instruía a la gente de clase media. Allí educó a más de 300 obreras, con la ayuda de algunas de las alumnas del turno de la mañana.
Durante todo el tiempo que permaneció allí, se esforzó en gran manera por enaltecer los rasgos y el valor de la mujer. El propósito de esto era hacer ver que la mujer podía llegar a ser más que una trabajadora o esclava sexual de su esposo u otros hombres (en caso de la prostitución).
Como nunca faltan los problemas en una labor que asoma grandes logros, Santa Carmen fue acusada de querer llenar la cabeza de las mujeres de cosas absurdas y vanas. En 1889, sin rendirse, comienza largos procesos de oración en la búsqueda de una respuesta de Dios. Fue echada de la congregación y se vio obligada a ir por otro camino, pero la verdad es que ella nunca quiso dejar su enseñanza. De hecho, no lo hizo.
Carmen no se rindió; junto con sus hermanas Candelaria y Remedios, inició una nueva congregación llamada en la actualidad “Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza”. Luego de esto puso su total confianza en Dios y viajó a Madrid para entregar en oración su proyecto a la Virgen del Buen Consejo, la cual se encontraba en la capilla de la Catedral de San Isidro.
El 15 de octubre del año 1892 cuando era la festividad de Santa Teresa, la beata llega a burgos junto con sus compañeras Candelaria, Emilia y Remedios. Allí se encuentra con Lucio Villegas, quien otorga el permiso para la apertura de la congregación el día 7 de diciembre de ese año.
Aunque el instituto tardaría algún tiempo en poder dar la entrada a las mujeres, las monjas que allí se encontraban recibieron educación al inicio. Luego de dos años de haber recibido la aprobación, las damas comenzaron a tomar clases. El propósito de esta casa de estudio era que las mujeres desarrollaran desde niñas su corazón e inteligencia.
Carmen Sallés falleció en Madrid el 25 de julio del año 1911, habiendo cumplido sus 63 años de edad y dedicado su vida al servicio de Dios y su prójimo. Su beatificación fue aprobada por Juan Pablo II el 15 de marzo de 1998. El mismo fijó el día 6 de diciembre como fecha de su conmemoración. Años después, el 21 de octubre de 2012 fue canonizada por Benedicto XVI.
Aunque la conmemoración fue fijada para el día 6 de diciembre, se conmemora también el 16 de Julio, pero esta celebración tiene una razón de ser: cuenta la historia que un superior de la orden (Simón Stock), pidió a la virgen que le diera señales de su protección.
Ese día la virgen se le apareció portando un escapulario y le dijo: Aquí te estoy dando la señal que me has pedido con tanto esmero; todo el que al morir esté portando este símbolo, no conocerá las llamas del fuego eterno.
Pocas mujeres fueron tan valientes como Santa Carmen. Había que tener mucho valor para disponerse a cambiar los pensamientos morales femeninos en una época como esa; en un periodo donde el valor de la mujer brillaba un poco por su ausencia.
No obstante, ni el machismo ni los problemas que tuvo por esta labor, lograron que la beata se apartara de su propósito. Con la ayuda de Dios logró que las mujeres dejaran de ser tomadas como objetos sexuales y pasaran a ser importantes dentro de la sociedad.