San Manuel, en vida fue un sacerdote católico que cumplió su labor en varias parroquias. Por otro lado, prestó una invaluable ayuda a los heridos en la guerra. Su fiesta se celebra el 4 de enero, el día de su muerte y ascensión. Al adentrarte en la lectura, conocerás más sobre su biografía, milagros, muerte y beatificación.
San Manuel nació en una familia humilde, el 25 de febrero del año 1877. Su nacimiento ocurrió en San Bartolomé, en un barrio ubicado en Sevilla. Sus padres (Martín González Lara y Antonia García) contrajeron matrimonio en San Pedro y luego viajaron a Sevilla en 1875. Su padre se dedicaba a la ebanistería y su madre cumplía con las labores del hogar.
Manuel González García tuvo tres hermanos (Francisco, Martín y Antonia). Los dos primeros eran mayores que él. El bautizo de quien ahora es San Manuel, se llevó a cabo en la iglesia de San Bartolomé, el día 28 de febrero del mismo año en que nació.
Cursó sus primeros estudios en un colegio llamado “San Miguel”, donde también se encontraba estudiando el grupo de niños que conformaban el coro de la Catedral de Sevilla. Antes de haber cumplido la edad de diez años, se hizo parte del conjunto de infantes que solían bailar en frente del Santísimo en Corpus Christi en la Catedral (los Seises).
La confirmación de la fe de san Manuel fue realizada por Ceferino González (un cardenal), el 5 de diciembre del año 1899, en la capilla perteneciente al Palacio Arzobispal. En 1889, Manuel González ingresó como seminarista en el Seminario de Santo Tomás, ubicado en el edificio del viejo convento de la Trinidad.
Tres años después, en 1892, Pedro Ricaldone y Francisco Atzeni viajaron a Sevilla para realizar su labor pastoral en el territorio. Para esto tuvieron que disponer del edificio que antes pertenecía al convento mencionado anteriormente.
El 11 de junio del año 1901, San Manuel fue nombrado diácono, y en el mes de julio de 1901, adquirió un doctorado en teología. La tesis presentada en el doctorado se trató sobre “La verdad en Cristo”, y fue expuesta en la iglesia por los apóstoles. Luego de un tiempo, en el año 1903, se licenció en Derecho Canónico.
El arzobispo Marcelo Spínola nombró sacerdote a Manuel González, el día 21 de septiembre del año 1901. El nombramiento se llevó a cabo en la capilla del Palacio Arzobispal. San Manuel emitió su primera misa en la iglesia del convento de Trinidad, el día 29 de septiembre.
El 2 de febrero del año 1902, San Manuel fue enviado a Palomares del Río en Sevilla, como misionero. Fue hasta la parroquia “Nuestra Señora de la Estrella”, la que estaba en muy malas condiciones. En ese lugar, donde yacía “Jesús sacramentado”, se puso de rodillas y pensó en la gran cantidad de sagrarios que habían sido abandonados.
Esto llegó a su corazón y lo ayudó a recibir la gracia carismática que transformaría su vida y guiaría su camino. Permaneció en la parroquia hasta el día 11 de febrero del año 1902 cuando se comenzaron las obras de restauración en este lugar.
En 1905, específicamente el 1 de marzo, fue nombrado sacerdote de la parroquia de San Pedro, de la cual se encargó desde el día 9 de marzo. El llamamiento se debió a que el párroco que se encontraba en el sitio, ya estaba demasiado anciano. De hecho, el mismo partió a otro lugar una vez que Manuel Gonzáles tomó la dirección.
El 25 de febrero de 1916, fue nombrado obispo auxiliar en Málaga por Benedicto XV. Visitó cada parroquia de la zona, y el 20 de febrero del año 1917 fue nombrado administrador papal de la diócesis por Benedicto XV.
Entre las obras más importantes de san Manuel estuvo la fundación de los “Misioneros Eucarísticos Diocesanos”. Pero además de esto, en la “Guerra del Rif”, este hombre piadoso prestó una atención muy especial a los heridos. De hecho, los visitaba en el hospital. En el mes de septiembre de 1921, publicó una carta llamada “Los deberes de la hora presente”.
En esta carta, hacía una comparación entre los moros y los filisteos. Decía que España, a pesar de haberse salvado de la gran guerra mundial, no estaba agradecida con Dios. Con este escrito llamaba también al arrepentimiento y a la conversión de los corazones a Cristo.
Por otro lado, consoló a los familiares de las víctimas del incendio ocurrido el año siguiente en la Aduana. Los acompañó a enterrar a los fallecidos, que eran 28. Después de esto, promovió en la iglesia la realización de actos religiosos por los afectados, y llamó a la misericordia para con las familias de los mismos.
San Manuel falleció el día 4 de enero del año 1940, en el Sanatorio del Rosario. Sus restos fueron llevados a la Capilla del Sagrario ubicada en la Catedral de Palencia. Existe un museo que ha sido dedicado a su memoria, donde se guardan algunas de sus pertenencias.
En el año 1999, un milagro atribuido a San Manuel fue aprobado por el papa Juan Pablo II, quien beatificó al santo el 29 de abril de 2001. El milagro consistió en lo siguiente:
Una joven había quedado paralítica debido a una peritonitis tuberculosa, la cual tenía ya 5 años torturando su vida. Los médicos la habían desahuciado. Sin embargo, el párroco Francisco Teresa León fue a buscar una reliquia de San Manuel y pidió que se le pusiera debajo de su almohada sin que ella lo notara. Tras hacer lo que el obispo había dicho, la familia de la joven inició una serie de oraciones. Al terminar la novena, misteriosamente quedó totalmente sana y pudo disfrutar de una vida normal.
Su canonización se llevó a cabo el 20 de junio del año 2016. Lo que motivó a esto fue otro milagro realizado por el beato. El prodigio consistió en lo siguiente:
Una mujer sufría de un linfoma que le podía causar la muerte. Su esposo rogó al sacerdote Francisco Teresa León que le diera su unción. Sin embargo, para el obispo era imposible asistir en ese momento, por lo que le dio una estampa de San Manuel y le dijo que rezase. El caballero hizo lo que se le había demandado, y cuando llevó a su esposa a la siguiente revisión médica, la misma había sanado de forma milagrosa.
San Manuel fue un hombre ejemplar que cumplió con la obra de Dios desde muy joven. En vida, dio a conocer la palabra de su Creador y ayudó a los desamparados. Después de su muerte, de igual manera lo sigue haciendo. Así como sanó a estas dos mujeres, pude hacerlo con cualquiera de nosotros. En este instante, actúa como intercesor y está al pendiente de cada uno de sus seguidores y creyentes.